Gracias a la esperanza, los seres humanos podemos alcanzar grandes metas y vencer terribles dificultades. Es una cualidad que nos hace muchísimo mejores, más fuertes y menos destructibles. Es uno de esos poderes al que nunca deberías renunciar. Recuerda que la esperanza es lo último que se pierde.
La esperanza tiene una doble e insustituible función:
- Empujarnos a intentar lograr todo aquello que nos proponemos.
- Resistir ante las adversidades, ya que es el último resorte que tenemos frente a ellas.
Es, en definitiva, el motor que nos impulsa y nos refuerza y la fuente de optimismo que nos permite perseverar en la lucha.
Podríamos describirla como la confianza que tenemos en que las cosas van a cambiar a mejor, en que hallaremos el camino, la solución o la respuesta, y en que podremos salir adelante para resolver cualquier inconveniente al que nos enfrentemos.
Por mal que estén las cosas, si conservamos la esperanza tenemos un hálito de vida, un margen de posibilidades de rehacernos y salir adelante, por pequeño que este sea.
La esperanza es lo último que se pierde
Cómo realimentar y aferrarte a la esperanza
A todos nos gusta creer que la esperanza es lo último que se pierde. Sin embargo, existen situaciones tan extremas que provocan que, incluso los más convencidos, terminen dudando sobre la veracidad de dicha afirmación.
Si estás en ese punto crítico que no tiene vuelta atrás pero no te resignas a abrazar la desesperanza, te conviene conocer qué herramientas te ayudan a sentir esperanza:
- Centrarte en las fortalezas. Todos las tenemos. También debilidades y carencias, pero lo que nos hace mejores y nos permite ganar confianza, autoestima y determinación son los puntos fuertes, no los débiles. Cuando todo parece estar perdido, dentro de ti puedes encontrar ese agarradero vital para salir adelante.
- Pedir ayuda y dejarte ayudar. Las personas que han vivido experiencias o situaciones complicadas, parecidas a las que tú estás viviendo, pueden apoyarte para salir adelante. Del mismo modo, determinados profesionales y personas que te quieren también están en condiciones de echarte una mano. Algunas personas, por ejemplo, acuden a los expertos del tarot para identificar esos posos de esperanza disponibles.
- Mirar en positivo. Afrontar lo inesperado, lo injusto y lo complicado nunca es agradable, pero no todo es siempre negativo. Busca esos matices positivos y apóyate en ellos para empezar a remontar.
- Enfocarte hacia el aquí y ahora. Cuando se viven épocas o situaciones difíciles, tu prioridad debe ser mantenerte en el presente. El pasado y el futuro pueden agobiarte. Céntrate en cada acción específica que debas realizar, hazla bien y con motivación, y deja que las consecuencias se vayan derivando por sí solas.
El origen de “la esperanza es lo último que se pierde”
La mitología griega está llena de historias, intrigas y pasajes realmente conflictivos. De uno de ellos deriva, precisamente, ese refrán archiconocido sobre la esperanza. ¿Desde cuándo es lo último que perdemos? ¿Por qué se afirma tal cosa?
El titán Prometeo fue quien creó a los seres humanos, en concreto a los varones, utilizando barro. No contento con ello, quiso ayudarles robando la chispa del taller de Atenea y Hefesto para que los hombres pudieran beneficiarse del fuego sagrado.
Sus buenas intenciones le llevaron a aconsejar a los humanos, además, que en los sacrificios de animales a Zeus se comieran la carne y solamente quemaran los huesos, los pellejos y la grasa.
Zeus montó en cólera. Decidió dirigir a los humanos un mal mayúsculo para vengarse de Prometeo: mandó a Hefesto que creara a la primera mujer, llamada Pandora, a quien cada dios otorgó un don. Zeus le dio una caja que había sido hecha en el mismo cielo, sin decirle qué incluía.
La mujer no fue capaz de refrenar su curiosidad y la abrió para ver qué había dentro. Entonces, en cuanto levantó la tapa, salieron a la vez todos los males que podían afectar a la humanidad.
Aunque cerró la caja con rapidez en cuanto se dio cuenta del desastre, todo su interior se había desparramado excepto una única cosa: la esperanza. Este es el único bien que se mantiene a nuestra disposición hasta el final. El último bien al que los humanos podemos aferrarnos cuando todo lo demás se ha torcido.
Esta historia mitológica, en cualquier caso fascinante, te presenta una realidad incontestable. No dejes de tenerla nunca en cuenta.
La conclusión que puedes extraer es que en ti, en tu interior, siempre tienes un bien último que te acompañará hasta el último momento. Nada está perdido, por tanto, nunca. La esperanza es lo último que se pierde y, por ello, siempre puedes volver a ganarlo todo de nuevo.
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